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Friday, September 8, 2017

CUATRO ELEMENTOS DE: CÉSAR GONZÁLEZ

por Joaquín Tapia Guerra  

Cruz Santa dice en su canción 4 ELEMENTOS (se la puede escuchar en youtube):

Me encanta escribir
por el rap volví a vivir
por el rap voy a morir
y en mi crew yo voy a seguir
hasta el fin
hasta que se me acabe la vida
el hip-hop me ha ayudado en toditas mis caídas
me ha sacado de callejones sin salida
vida confundida y muy conflictiva
solté toda esa mierda
ahora soy rapero
cambié pistolas y cuchillo por un lapicero
y me esmero
cuando escribo en el cuaderno
me interno
siento que yo soy eterno
enfermo
sí, pero de la mente
gracias al hip-hop ahora yo soy diferente
un poquito más gente
y también inteligente
y consciente
de las cosas que yo hago
gracias la rap ya no soy un puto vago
sabes por qué?
porque el rap es mi trabajo
y me rajo
porque escribo todos los días
lo único que llena de alegría mi vida vacía
mi vida vacía

            César González es un poeta y cineasta argentino, tiene 28 años, seis de esos ha vivido recluso en correccionales y en la cárcel, durante ese tiempo ha agarrado el hábito de leer vorazmente, ha fundado una revista (¿Todo piola?) y ya libre ha bautizado su productora independiente con el mismo nombre. Tiene tres poemarios publicados, cinco cortos y cinco largos, aunque en su canal de youtube hay más de 40 videos, entre videoclips, trailers y sus películas enteras, todos con miles de visitas. En su página web (camiloblajaquis.blogspot.com), uno puede ver lo bien que escribe tanto en verso como en prosa, puede encontrar sus películas y sus poemarios, puede encontrar la sinopsis de su última película (Exomologesis, 2017) escrita en forma de poema, y en el fondo de la página web, repetido miles de veces, uno de esos cuadros increíbles que hacía Jean-Michel Basquiat antes de morirse tan joven.
1.
            Existe una dimensión política. Pero esa dimensión no importa; la más idónea respuesta a una opresión tiene que ser siempre una de indiferencia, tipo: tu envidia es mi bendición. Así y todo, cualquier victoria en ese campo es emocionante. Corte Rancho (2014) es una serie documental sobre personas de distintas villas de Buenos Aires, hecha por villeros, y se ha transmitido en la tele argentina. Esa es una victoria conseguida en ese campo y en esa dimensión. Vemos en la tele, sin mediaciones oenegeras, una pregunta: ¨¿Qué es el pensamiento villero?¨ ¿Tal vez sea algo parecido a lo que dice en el rap que arriba cito?: ¨Vestirse de rapero no es sencillo; la gente pues te mira, piensa que usas cuchillo.¨ 
2.
            Existe una potencia. Cuando, digamos, vemos películas que no son mega producciones pero ya están harto preocupadas por sus valores de producción, por tener una recepción que no levante ninguna sospecha, ¿qué hace que uno las sienta tan insípidas? Una respuesta podría estar en el tercer capítulo de Corte Rancho, cuando una chica dice: ¨me parece que a veces los periodistas como que sólo se toman el trabajo de ver una foto y no todo el video, todo el proceso de donde pasa y porqué pasa.¨ A veces los cineastas también. Y más que todo pareciera que prepondera la explicación de que tal actitud sale de la discriminación. No es así. Sale de la flojera, la discriminación sale de la flojera, porque es más fácil sacar unas postales lastimeras y consagrarse como un gran cronista de las marginalidades, pero no lo es tanto hacer el trabajo de conocer y de continuar, de ser constante, antes y después de la película, a veces para ninguna fama, ni siquiera póstuma. ¨Está a la moda hacerse tumbero¨, dice una niña en el segundo capítulo de la serie, y es verdad: más que una preocupación por de veras comunicarnos o por construir representaciones cuando menos justas, hoy el cine que se acerca a las marginalidades es casi siempre el síntoma de una moda. ¿Cuál potencia, entonces?
3.
            La potencia de una apropiación. Todo lo bueno que ha traído el paso de lo fotoquímico a lo digital. Este cine, el de César González, se puede hacer y toma una cierta forma gracias a la apropiación del digital. El poder estar ahí, en tiempo real, en el frente, en interacción activa con un mundo, no sólo en la dimensión intelectual (¿política?) sino también, dice González, en la del cuerpo. Esa cercanía le da otro peso a sus preguntas (¨¿qué es el pensamiento villero?¨, ¨¿qué son los berretines?¨) y a lo que dicen las personas que filma (¨el internet me cambió la vida¨, ¨y yo canto la verdad¨).
4.
            Ahora bien, esta apropiación también pasa por una decisión formal muy contraria a la de los cineastas festivaleros: hay, en estos últimos, un miedo a las formas entendidas públicamente como comerciales. E incluso cuando no es asumida de manera tan consciente como en González, esta otra alternativa continúa demostrando su potencia (pienso en las películas de acción de Wakaliwood en Uganda, en las de Gróver Quisbert en El Alto). ¿La canonización en ciernes de una cultura popular y marginal? Por suerte no: una apropiación de las formas que, en este tiempo del digital, se pinta increíble y dios sólo sabe cómo más va a ser.