Mar Negro
Oh potentes industriales que transformáis el
mundo en maravilla
Escuchad mi voz de gratitud…
Desde el
psiquiátrico de Sucre, alguien se dirige a los que transforman el mundo. “Mar Negro” registra los últimos días del poeta Hugo Montero
en la institución en la que pasó la mayor parte de su vida.
La
estructura de la película es sencilla.
Hugo
Montero lee sus poemas en off, sobre pantalla negra.
Vemos la cotidianidad
del psiquiátrico. Algunos segmentos están filmados en formato HD apaisado, otros más antiguos en un SD
más cuadrado. Es notorio que el HD parece interesarse más por la mecánica, por
el funcionamiento del psiquiátrico. Muestra controles médicos, afeitadas y
deporte. Al ser preguntados, los pacientes dicen estar en el año 1. Asistimos a
paseos, escuchamos conversaciones e intuimos jerarquías. El SD en cambio son
fragmentos, impresiones y miradas en un montaje asociativo. High Definition y
Standard Definition. ¿Qué significan hoy estos conceptos, desde una ciudad
boliviana de provincia? ¿Qué es high, y qué es standard? ¿Qué es definido, y
cómo? En Mar Negro estas preguntas aparecen y desaparecen. La película, entre
otras cosas, es un documental sobre cómo filmar, cómo acercase al otro.
También
podríamos decir que Hugo Montero resalta en el psiquiátrico así como Mar Negro
resalta en nuestro panorama cinematográfico.
Esos poemas
en off son destellos de verdad. Se supone que el género documental registra una
realidad más o menos objetiva. Podemos argumentar y decir que cada encuadre es
un recorte y que cada película es una construcción, pero no vamos a negar que
efectivamente a Hugo Montero lo afeitan de izquierda a derecha, que le gustan
las chompas de lana, que llama al psiquiátrico “cárcel de inocentes” y que
cuándo le preguntan si su obra habla de Dios, responde: “Algo”.
Eso es la
realidad.
Sin
embargo, los poemas que oímos en off abren una puerta, crean otro nivel de
realidad. Sobre la pantalla negra aparece un resplandor. Otro mundo es posible.
Mar Negro nos
recuerda lo que puede ser el cine.