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Thursday, September 14, 2017

Sleep has her house

Sobre Sleep has her house (Scott Barley), UK, 90'
por Gilmar Gonzales Ascarrunz

Un dato que se me compartió antes de ver la película, y con emoción, fue que se filmó con un iPhone.
Ya no es novedad podría decirse. La democratización de los medios de producción ha cambiado todo el sistema de difusión y consumo de cine. Ahora pasa que los famosos se filman con el celular, o hacen pelis con el celular.
Ésa es una paradoja. Dos sistemas texturales digamos, funcionando al mismo tiempo. La filmación barata. El hombre caro. El hombre mercancía. El hombre que cuesta diez millones por tres días de rodaje se regala su cuerpo a sí mismo. Súper productor indie. El suicidio de Johnny Depp.

Esto último era una digresión. Una digresión tal vez que sirve de alerta sobre una conformación de las cosas que se siente flotar en el contexto cinematográfico local, pero también internacional. La misma democratización del medio, es el miedo, parece estar causando mucho tedio frente a las nuevas formas cinematográficas, parece estar conformando un mundo del cine ávido de auto engullirse, o de depredar lo que se sale de los cánones. ¿Caducidad del dogma?
De repente todo el mundo es cineasta, y todos son críticos. Con toda razón. Las películas contemplativas ya no funcionan como un solo bastión de resistencia. Y antes, lo juro, eran así. Había garra, había violencia, había fuerza política al buscar insertar víruses audiovisuales en medio de contextos de cine como espectáculo prediseñado: juegos de montaje en donde parecía haber un plano largo y aburrido. Play fucking time.

Good bye Dragon Inn

Hay citas de íconos del cine reapropiadas de mil maneras por las nuevas generaciones. Mil referencias. Como diría el maestro Tarkubrick, o como decía el gran Stroheim o como dirían Aki Kauriculo o la Lucrando.

Una cita muy famosa viene de una entrevista a Kiarostami de la edición Criterion de Taste of Cherry. Hablando de Tarantino, dice que prefiere las películas en las que el público se puede dormir, pero que de todas formas dan algo inolvidable, una sensación pequeña –una pequeña flor creo que dice- que el espectador va a cargar por un tiempo, y que luego tal vez se marchite, o que finalmente se reproduzca.

Lo anterior es una paráfrasis.

Y demasiado parafraseada y robada sí ha sido nomás esa frase. Por mí jodido, pero por varios.
Scott Barley, el director de Sleep has her house, (en español sería algo así como: el sueño tiene su casa pero en femenino –her house-, su casa de la mujer digamos, o una situación de producción: después de rodar duermo en una casa, o mientras duermo entre árboles, ella está en la casa... o no), el director de esa peli, digo, también hace esta paráfrasis de Kiarostami al hablar sobre su película, y me parece, también a través del título.  Sleep has her house. El sueño tiene su casa.
Sleep… tenía que ser un videoarte de cuatro horas. La gente estaba invitada a entrar a la sala y dormirse mirando las imágenes. Planos largos del bosque filmados durante un año en Gales y Escocia. Eso es todo.
Entiendo los bostezos de un espectador común al imaginarse una película así. Alison Spedding estaba en la proyección de la película -a invitación del amigo que también me la había recomendado-, y al levantarme me preguntó:
-¿Te ha gustado? ¿Qué es lo que te ha gustado?
– La historia.
– ¿La historia?
Obviamente esto de la historia era una broma.
Pero digamos ¿qué es la historia?
En este caso está también pues en el fuera de campo. Y en los modos de producción. Por un lado un tipo solo en medio del bosque. ¿Dando vueltas en círculos? Filmando. Casi siempre filma la noche, y en la noche, árboles bamboleantes perdiéndose en la pantalla negra. Hay fundidos que nos llevan de un espacio al otro, pero nunca estamos totalmente seguros de que ha habido realmente una transición. O cuántos planos han pasado frente a nosotros. ¿Cinco? ¿Uno?
Pictóricamente cada plano parece un cuadro. Cuadros totalmente negros y con las siluetas de los bosques casi imperceptibles. Los valores de plano se hacen confusos. También hay algunos días filmados (o sea ya no la noche, sino el día), pero ésos son un poco ridículos, creo, porque demuestran a veces el proceso de montaje que ha dado pie a decisiones así. Planos lindos de cielos azules y nubes rojizas que sirven como un respiro, un contraste de la maraña negra que va fundiéndose consigo misma.

También, por el final, se ve un fuego que entra en plano un ratito, y largamente el ojo de un caballo.

Entre Nanook y el Instagram.
Digo Nanook porque nos remite a una experiencia de viaje del realizador. Obviamente se podría comparar Sleep has her house con películas más contemporáneas, películas sin personas o personajes, digamos, no sé, Benning o Patiño, pero finalmente toda esa tradición nos remite a Nanook... aquí del Instagram.
No Instagram en el peor de los sentidos, pero sí tal vez en uno desacralizador.
Ir al bosque, estar en total soledad, pero en el bolsillo un celular conectado al internet. Incluso el tufillo instagramero de las imágenes nos hace imaginar que detrás del cuadro hay un auto esperando, o por lo menos un paquete de sándwiches en una lonchera.
Digo esto por nombrar una imagen de los tiempos, no por restar méritos.

Sándwiches o no, los bosques de sombras son lugares donde se gestan misterios.
Si yo me imagino digamos hacer un documental contemplativo sobre el bosquesillo de Pura Pura solo en la noche, la verdad, siento un terrible escalofrío y me meo un poco.
Tal vez ese escalofrío es el que se trata de decantar al espectador a través de estas imágenes hipnóticas. La pantalla de cine como una ventana que se abre para ver los árboles de la noche.

El cine radical como aprendizaje cinematográfico: si Lynch veía estos bosques se los robaba.

Así como en la totalidad de esta película, el bosque en la noche es un elemento importante de la serie Twin Peaks. Lynch -en la tercera temporada- ha retomado algunos riesgos (riesgos para el contexto) que había explotado en los 90. Apuestas rítmicas, dilatación de las duraciones incluso de los más básicos planos contra planos o en las acciones más banales como el barrer un bar o fumarse un cigarrillo. Así también los bosques en la noche de Twin Peaks se han hecho más largos, y funcionan como materia prima de interminables fundidos de las escenas que representan el ingreso a otras dimensiones. Se nota que Lynch ha ampliado su repertorio de referencias. Jodido. Siendo tan canónico, su libro de las noches es finalmente de las noches.
El mundo tiene misterios. Los rayos que salían de la tierra y se iban al cielo en México te ponen los pelos de punta. Las bombas atómicas que cavan socavones a no sé donde. La electricidad se transmite. Es de terror. El bosque en la noche es un misterio sin ninguna duda. 
Me acuerdo de tantas peleas en medio de la noche, y cada una es un universo. Portales abiertos a fuerza de llorar escondidos detrás de cada rostro. Garmonbozia.
¿Cómo nos enfrentamos al misterio?

“Nadie le gana a Blair Witch mother fuckers, pongan pues una pasadita en su festival” diría Yecid Benavides, y yo le haría el aguante.